De dos cabezas y cuatro brazos y cuatro piernas. De noches incandescentes. De tener el deseo irrefrenable de plantarte un beso pero andar con los pies plomo. De tener el miedo de que quizás en el fondo no sea más que algo pasajero. De tener el miedo de que quizás en el fondo sea algo más que duradero. Y de qué más, de poderte abrazar. De poder adivinar a qué sabe ese sorbo de cerveza en tus labios. Yo que sé, son muchas cosas juntas y un poco revueltas. Son muchas pequeñas cosas que no sé de qué forma adoptar.
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